30 de octubre de 2006

Ruta de rutina


¿Qué me depara la mañana color ámbar?
Mi cocina huele a leche caliente y café descafeinado
los platos de la noche anterior están todavía húmedos, ¡diablos!
El sonido de la cuchara revolviéndose en el pocillo aturde.
Mi mesa repleta de libros le hace lugar a la taza.
No prendo la radio, me bastan los pocos pájaros trinando
me hacen recordar las mañanas soleadas en el campo:
las heladas blancas, el perfume de la hierba mojada.
Me tomo mi tiempo, aunque las tostadas se enfríen
hojeando, releyendo por el sólo placer de tocar las páginas
placer que en estos días se hace rutina y lo confundo
como cuando el agua está tan fría que quema.
Suele gustarme dormir sin compañía y charlar conmigo misma
de todas formas no conozco otra cosa en mis pocos años
La meditación se vuelve mi amiga inseparable,
en mi pequeño gran mundo la imaginación es un huésped más,
pero ellas no ensucian otras tazas ni otras cucharas
ni menos gastan la pasta dentífrica o el jabón
miro la hora y me doy cuenta que es tarde
y empiezo a despertarlas para ir a trabajar
anclada en mi silla, hojeando y releyendo
rutina que sólo ellas me ayudan a afrontar bien
egoísmo, autismo que se hacen multitud.

1 comentario:

FedeB dijo...

Que fea cosa la rutina. El ser humano es de por sí rutinario y es dificil evitarla. La cuestión está en apreciar los pequeños cambios que hay dentro de nuestra rutina y explotarlos al extremo. Después de todo no todos los días son iguales aunque vayas al mismo lugar, con la misma gente y hagas lo mismo, no?