22 de agosto de 2006

ESCRIBA LO QUE ESCRIBA

Escriba lo que escriba, nunca voy a poder depurarme
ni escaparme de mi estupidez estacada en un capricho.
Actúe como actúe, se ve en mis ojeras y mejillas caídas,
en la mudez de mi boca tensa y mis hombros encogidos
como si me acurrucara a mí misma en un infantil arroró,
la incomprensión del alma frágil, solitaria, sentimental.
Anoto frases como quien husmea respuestas en brebajes,
las repienso y me reconforto con la verdad obvia que encubren,
las colecciono tal estampillas o mariposas en vitrinas.
Una vez me quedé enganchada del estribo de la duda,
desde ese día, cabalgar con ella es mi cruz de hierro.
Admito no conformarme con nada, ni busco enmendarme,
Tengo cierta inclinación a permanecer anclada a mi sillón
desde donde tecleo sin parar algunas máximas recopiladas.
Y luego me quejo engorrosamente de que las teorías son excusas,
de los libros de filosofía y de las importancias realmente banales,
mientras pierdo el valioso tiempo de verano a flor de piel,
y bebo de mi propia crítica el trago más amargo.

El pasado es inamovible, el presente no es perfectamente amoldable
y el futuro lejano es imposible de predecir.

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