22 de agosto de 2006

ETREUM

Permaneces en calma aguardando una bocanada de aire;
hálito ahogado, encarnas el abandono de este lugar.
Ultimátum de la risa pasando a la melancolía,
continuamente presente sin agitar demasiado,
ya subyugada, ya oculta entre las enredaderas,
vas a tocar la puerta en un disimulado ademán.
Nadie escucha tus mensajes esotéricos
que rebotan en el eco de los escalofríos.
Desapercibido, el lenguaje no traducible de tu inmediatez,
sacude la nostalgia de la impotencia en llanto,
mientras te cargas al hombro el rastro de un destinado,
tan previstamente como infinitos otros que te llevas.
Tu labor sigue intacta por los siglos de los siglos,
penumbra de un misterio nunca develado,
que prefiere la noche para terminar su cumplido.

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