22 de agosto de 2006

OCTUBRE

Llueve,
y mis palabras gotean de mis dedos
como destilándose entre las huellas
que se abren a la fuerza por la emoción

Veo tus manos,
ajeadas por fregar la vida tantos años;
tus manos todavía rebosan de fuerza
pero están tristes y solitarias

Te miro a los ojos,
te abrazo,
te reconforto.

Llueve,
como si lloraran las nubes
por la humanidad imperante
el dolor ajeno volviéndose intolerable

En el silencio
se escuchan golpeteos de corazones
cantándose a sí mismos un tango abatido
u oyendo los indicios que despierta la lluvia.

Me siento a tu lado,
no te hablo,
te reconforto.

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