22 de agosto de 2006

Otoño

El otoño cae como una manta
roída por el tiempo
tiritando hojas, calando huecos.
Debería tener mi fogata encendida,
chispeando, pero no la tengo.
Mi cuerpo envuelto con lanas,
¡hasta mis rizos estuvieran
tejidos con su misma trama!
Añorando la primavera
comienzo a invernar...
¿Cómo se hace cuando el calor
que necesito es doble?
Uno para mis huesos,
otro para mis sueños desteñidos;
uno para mis días,
otro para mis noches de silencio.
El viento me habla deprisa
y no logro comprenderlo,
a las hojas que me trae
las ahogó mi tormento.
Esfinge en glaciar,
gotas de rocío que lloro,
imperceptiblemente van
secándome por dentro.
Ya no quiero salir de noche
por los caminos ciegos,
prefiero ese rayo de sol
que me entibia en la ventana,
prefiero encontrarte un día
pero uno por la mañana,
ya tengo mucho frío
para aguantar la escarcha...
en la noche los desesperados
juegan con los ojos abiertos,
con el corazón helado,
con la sangre ardiendo,
con el alma vendada,
aislándose del encuentro.
Me quedaré junto a la chimenea
con estas cenizas viejas
aunque sean la ilusión de calidez
más irreal que poseo
rescatan la única pizca de esperanza
de este momento.

No hay comentarios.: