22 de agosto de 2006

Minutos

Los minutos vuelan en mis fláccidos brazos
meciéndolos en la pausa anterior a la tormenta
en esos instantes en los que no se huele nada
un pájaro espera en su nido cerrando sus ojos.
Contra la tempestad no hay fuerza que pueda,
lo que parece ajeno a la conciencia humana
proviene del trabajo acumulado de su propia mano:
nacimos esperando nuestro acaecer.
Se retuercen los cuerpos entre cadenas de aire ácido y negro
bajo inmundicias megapólicas y humores a peste
y preferimos las flores de fantasía con olor a poliéster.
Lo que queda de nuestros ancestros es la espera
cómoda actitud frente a lo irremediable,(¡pero tan lejano!)
damos todo por perdido antes de que duela,
seguimos en la misma idiotez hasta el impacto final.
Sólo pocos se dan cuenta, sólo pocos insignificantes,
que mecen en sus brazos el sonido del viento,
irguiéndose tal aplacador de pesares en la tierra,
minutos que cuentan regresivamente,
alegremente, apaciblemente,
como si nada sucediera.



La Historia del mundo es la recopilación
de los hechos extraordinarios de unos muchos,
guiados por las ideas de unos cuantos,
Para favor de unos pocos,
según el plan de uno solo
que por cierto, es
desconocido
.

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