A todos nos
falta una pata,
nos duele,
nos mata,
sin tregua,
sin dios.
Nos hiela, nos
cala en el alma:
una espinilla
sangra
del hueco
temor.
Se nos van cayendo las plumas
revolvemos basura
aullamos ardor.
En sarcástico
juego impedido,
lo que más
añoras
aclama “hoy
no”.
Impalpables
los hilos del tiempo
enrejan sustentos
limitan la
voz;
quiebran los
huesos roídos
tajantes quejidos
lágrimas al
sol.
Y todos batallamos
silencios
sin cota de
malla
cual Armagedón,
bebiendo de un
amargo mundo
un consejo oscuro:
“no pidas perdón”.
Por eso, mi
fiel enemigo,
o mi dulce
amigo, no des opinión;
que también casi
todos buscamos
cobijos y
mantras,
un sueño
mejor.
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